11 Feb Lactancia exitosa
La leche materna es el mejor alimento para el bebé durante sus primeros meses de vida. Cubre sus necesidades nutricionales para su adecuado crecimiento y desarrollo físico y desde el punto de vista emocional le asegura el establecimiento de un buen vínculo madre-hijo y una adecuada relación de apego. Por ello, la lactancia materna es considerada el método de referencia para la alimentación y crianza del lactante y del niño pequeño.
La superioridad de la leche materna ha quedado bien demostrada en estudios científicos. Se ha encontrado además mayor riesgo de problemas de salud en niños no amamantados como mayor riesgo de muerte súbita del lactante y de muerte durante el primer año de vida, así como de padecer infecciones gastrointestinales, respiratorias y urinarias. Se incrementa también el riesgo de presentar enfermedades a largo plazo como dermatitis atópica, asma, enfermedad celíaca, diabetes, obesidad y presentar peores resultados en test de inteligencia.
Por otro lado, en las madres que no amamantan aumenta el riesgo de padecer hemorragia postparto, fractura de columna y cadera en edad postmenopáusica, cáncer de ovario, cáncer de útero, artritis reumatoide, enfermedad cardiovascular, hipertensión, ansiedad y depresión
La lactancia materna además protege el medio ambiente al disminuir el consumo de electricidad y agua así como la generación de contaminantes ambientales producidos durante la fabricación, transporte y distribución de sucedáneos de la leche materna.
La leche materna se adapta a las necesidades del lactante y varía a lo largo de la lactancia, a lo largo del día e incluso a lo largo de cada toma.
Parte de los efectos beneficiosos en el desarrollo psicomotor no están relacionados con su composición sino con el acto mismo de la lactancia materna: el intercambio de miradas, la proximidad y contacto estrecho, la succión estimula la secreción de oxitocina y prolactina, todo lo cual establece un vínculo especial.
Por todo ello, la Organización Mundial de la Salud y la Academia Americana de Pediatría recomiendan la alimentación exclusiva al pecho durante los primeros 6 meses de vida del niño y continuar con ella junto con otros alimentos que complementen la alimentación hasta los 2 años o más, mientras madre e hijo lo deseen.
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