09 Feb Trastornos del sueño en los niños
Los trastornos relacionados con el sueño de los niños son motivo frecuente de consulta por parte de muchos padres al pediatra. Se han asociado distintos factores con el insomnio infantil: problemas perinatales, estrés familiar, lactancia materna y hábitos o conductas de sueño poco apropiados.
Las dificultades para conciliar el sueño y los despertares nocturnos son los problemas de sueño más frecuentes en niños pequeños y afectan aproximadamente al 20% de los niños entre 1 y 3 años. En un elevado porcentaje de estos casos no es necesario tratamiento médico, sino que no existen hábitos adecuados del sueño en el niño aunque siempre hay que descartar otras posibles causas como el síndrome
El adecuado conocimiento de la fisiología del sueño es fundamental para el diagnóstico y tratamiento de estos trastornos. El control del ritmo sueño-vigilia se va estructurando mediante influencias externas consolidándose entre las 6-12 semanas de vida.
En su desarrollo influye la relación entre necesidades físicas y emocionales del niño y las respuestas de los padres. Es fundamental entonces transmitir seguridad de tal forma que aprendan a dormir solos mediante una serie de normas dictadas por los padres.
Se considera que un niño a partir de los 6 meses debe ser capaz de iniciar el sueño solo, sin llanto y que tenga una duración aproximada de 12 horas seguidas
Distintos trabajos sugieren que los padres contribuyen, sin quererlo, a los trastornos del sueño al acompañarlos hasta que se duermen. Así, el lactante establece una asociación entre la presencia de los padres y el sueño. Por este motivo, es importante fomentar la independencia del niño a la hora de dormir y enseñarle a que duerma solo.
Es importante comprender que está demostrado que el establecimiento de medicamento para tratar el insomnio no es eficaz a largo plazo a diferencia de la intervención en el comportamiento.
Se debe entonces favorecer que el niño duerma fuera de la habitación de sus padres; crear un ritual relajante antes de acostarlo como un cuento o una canción suave; acostar al niño despierto y dejar que se duerma solo y, si el niño se despierta habitualmente durante la noche, debe comprobarse que no existe causa que justifique el llanto, tranquilizarle y dejarle de nuevo despierto para que concilie el sueño solo.
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